martes, 5 de octubre de 2010

Atributos del coach

¿Qué necesita una persona para ser un buen coach? Buena pregunta, buena pregunta. Y la respuesta es... "No sé". Declarar "no sé" ante una cuestión es, a mi juicio, un acto de apertura al aprendizaje, además de un acto de humildad, una declaración que rebaja el ego y esto, en mi caso particular, ya tiene mérito.
Es verdad, no sé qué es necesario para ser un buen coach. Tengo muchas ideas, que intento poner en práctica cada vez que desarrollo una sesión. También tengo en la mochila unas cuantas enseñanzas, aprendidas durante la formación, que sin duda se confirman y apuntalan durante la práctica. Pero no tengo una certeza absoluta, y tal vez no sea posible tenerla.
En todo caso, hay una frase que escuché en el pasado congreso de ICF España en Barcelona (noviembre de 2009) que me pareció un buen punto de partida. "Nadie es mejor coach que persona". Desde un principio me gustó esta frase y estoy totalmente de acuerdo con ella. Para desarrollar esta profesión de manera coherente con la verdadera vocación, con honestidad, hace falta tener un interés sincero por el coachee. Por eso decimos que no se puede ser mejor coach que persona. Pero esto sólo no basta, es necesario contar con algunas creencias fundamentales, sin las cuales el coaching no tiene sentido.
Por ejemplo, un coach debe creer que el coachee está completo, es decir, es una persona con un conjunto de recursos que le posibilitan luchar por sí mismo por alcanzar sus metas. Esta es una de las diferencias fundamentales entre el coaching y la psicología, cuya forntera es algo más que difuso para muchos. En la psicología se intenta ayudar a alguien que tiene una patología o un problema que no puede resolver sin la ayuda del terapeuta. En cambio en el coaching partimos de la base de que el coachee es perfectamente capaz de encontrar la mejor solución a sus retos. Si éste no fuera el caso, si un coach se encontrara con un coachee que no cumpliera este requisito porque adoleciera de una enfermedad o se encontrara en una fase temporal de incapacidad de encontrar por sus medios la solución que busca (por ejemplo, en caso de depresión), lo más honesto es recomendarle que busque un profesional capacitado para tratarle.
Pero la actitud del coach no debe ser contemplativa, no debe limitarse a escuchar al coachee. Sobre todo, el coach debe estimular al coachee a que salga de su zona de confort, a que desarrolle nuevas conductas, a que se haga más responsable de sus actos. Eso sí, cumpliendo la regla básica de no dar consejos. Se trata de convencer al coachee de que haciendo lo que hace ha llegado hasta donde se encuentra en el momento actual y de esta manera su futuro previsible se acomodará a lo que ha hecho en el pasado. El coach debe convencer al coachee de que para conseguir nuevos retos no vale el "más de lo mismo". Como dijo un sabio del siglo pasado, "no podemos esperar un resultado distinto si seguimos desarrollando las mismas acciones"

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