martes, 28 de septiembre de 2010

Víctima o Responsable

Entre las muchas distinciones que se manejan en el coaching ontológico, destaco la que da título a esta entrada, quizás por lo que significa para mí. Debo reconocer, y estoy seguro que al mostrar mi vulnerabilidad en este tema no estoy pasando por débil sino todo lo contrario, debo reconocer, decía, que he pasado gran parte de mi vida interpretando el rol de víctima, llevando el victimismo por bandera. He necesitado analizarme a mí mismo con el cambio de observador que me aportó mi formación de Coaching Ejecutivo, para darme cuenta de lo profundamente arraigado que tenía este rol en mi vida cotidiana. Es más, cuando analizaba a otras personas con la nueva mirada que me dio mi propia transformación, descubrí lo patético que puede resultar una persona que vive en la queja inutil y la transmisión de pena.
Esto que me pasaba a mí le ocurre a muchísima gente, por supuesto. Demasiada. Hay varias explicaciones para esta conducta. Desde un punto de vista sociologico, tal vez, en nuestra cultura, impregnada de una fuerte tradición cuyas raíces se hunden en un cristianismo mal interpretado, la figura del triunfador recibe muchos varapalos y la del perdedor en cambio despierta simpatías. Esta simpatía por el derrotado se acentuó en la época del Romanticismo y hoy aún tenemos importantes secuelas de esta sobrevaloración del perdedor.
Desde un punto de vista más psicológico, es indudable que si las personas se arrogan el rol de víctima es porque les reporta un beneficio, aunque apenas sean conscientes de ello. Aunque duela reconocerlo, ser víctima es muy cómodo, evita asumir la responsabilidad de las propias acciones y eso es muy útil cuando uno es un juez muy severo de sí mismo. "es que me dijeron...". "No pude hacer otra cosa...". "Yo soy un mandado...". "Las cosas son así y no se puede hacer nada para cambiarlo...". "Mi jefe me tiene manía...". Hay muchas vertientes del victimismo pero todas tienen un denominador común: la culpa la tiene otro, yo soy inocente, no tengo responsabilidad. La clave, claro, está en esta última frase: "yo no tengo responsabilidad". No tengo responsabilidad, por lo tanto no tengo culpa, por lo tanto soy feliz.
Pero este mismo beneficio tiene su contrapartida. Si no tengo responsabilidad, tampoco tengo libertad para elegir, tampoco tengo capacidad para aprender y crecer como ser humano, o como profesional en el ámbito que sea. En definitiva, no tengo poder, el poder sobre mí y mis actos lo tiene otro.
El coaching trata, obviamente, de inculcar en el coachee la capacidad de elegir la mejor respuesta a su problema sin caer en el victimismo, siendo auténticamente responsable de su elección y sus actos.
En este sentido no hay que olvidar que etimológicamente Responsabilidad viene de Respons-Habilidad, es decir Respuesta Hábil, respuesta eficiente, respuesta inteligente y respuesta libre, en definitiva.

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