¿Por qué es recomendable hacer coaching en las empresas?

Cualquiera que siga este blog tendrá ya más que conocida mi pasión por el coaching, pero hasta ahora he hablado siempre de aspectos personales y rara vez me he referido al mundo de la empresa. ¿Supone eso que no tengo clara la aplicación del coaching en dicho ámbito? Por supuesto que no es así. La disciplina de coaching en que me he formado y que más he practicado ha tenido una componente claramente profesional. De hecho, me considero antes que cualquier otro calificativo, coah ejecutivo. Recordando que esta práctica tal vez ha estado un tanto supeditada en mis comentarios a reflexiones más humanistas, he decidido escribir unas ideas acerca de las ventajas del coaching en las empresas.
¿Por qué es recomendable hacer coaching en las empresas? Intentaré responder a la pregunta de marras con unos pocos argumentos, aunque hay mucho para escoger, evidentemente.
En primer lugar, aunque suene manido decirlo, lo repito una vez más: el capital más crítico que tiene toda organización son sus personas. No es una frase hecha, no es una actitud hipócrita o paternalista para tener contenta a la gente mientras se la explota por otro lado. Es una realidad y las organizaciones que no lo entiendan así van directas al hundimiento. En mis veinte años de experiencia en tecnologías de la información lo he podido comprobar una y otra vez, los equipos cohesionados donde las personas se sienten importantes, los proyectos tecnológicos que atienden al factor humano, las iniciativas donde se respeta a las personas, suelen triunfar; en caso contrario, aunque el plan de proyecto se siga escrupulosamente, aunque los sistemas de información sean excelentes, los proyectos fracasan. En todas las empresas que he conocido por mi actividad profesional, y han sido unas cuantas, he podido comprobar que el bienestar emocional de los empleados es un elemento clave de la productividad de la empresa. Además, el talento y la capacidad de liderazgo, la creatividad y la motivación son bienes escasos en la mayoría de las organizaciones y, por supuesto, en momentos de crisis y transformación como el que nos toca vivir en la actualidad, se convierten en los elementos que pueden garantizar la supervivencia y/o el éxito de una empresa. ¿Y el coaching qué pinta en esto? Pues mucho, porque el coaching ejecutivo ayuda a las personas a salir de su zona de confort y dar lo mejor de sí mismas, a ser más efectivas en el desarrollo de sus funciones, incluso puede inducir aumentos de motivación en los profesionales (aunque no es estrictamente hablando, una técnica para motivar).
En segundo lugar, quisera referirme a la gran ola de negativismo que existe en el mundo empresarial. La epidemia no es de hoy, lógicamente, sino que se viene arrastrando desde hace bastantes años. De hecho, según figura en el libro "Prohibido quejarse" de Jon Gordon, Gallup evaluó en los primeros años de esta década que el coste del negativismo le suponía a la economía norteamericana entre 250 y 300 mil millones de dólares. Una auténtica barbaridad. Estos datos, con toda seguridad, son extrapolables a nuestro tejido empresarial. Y, con toda seguridad también, el impacto en el momento actual es aún mayor, dado que esa evaluación estaba hecha en un momento del ciclo económico mucho más "optimista" que el que vivimos actualmente. La apicación del coaching en este caso es evidente porque contribuye a que las personas abandonen las actitudes más negativas e improductivas, ayudando a que sean más proactivas.
En tercer lugar (y último por hoy, que no quiero cansar), está claro que lo único permanente es el cambio. La transformación está presente en todos los aspectos de la sociedad actual. En las empresas y organizaciones públicas y privadas están a la orden del día los procesos fusión, absorción, transformación, reorientación estratégica, designación de nuevos directivos, reconfiguraciones organizativas… Los cambios son inevitables y las personas pueden percibirlos como una amenaza o como una oportunidad. El coaching es una herramienta realmente valiosa para ayudar a que las personas afronten los cambios con una disposición favorable.