miércoles, 15 de septiembre de 2010

La vocación

Hace unos días citaba en este blog un fragmento del discurso de inauguración de la Universidad de Stanford que pronunció Steve Jobs, destacando lo importante que era amar lo que se hace y hacer lo que realmente apasiona. Hoy me encuentro en otro libro una cita del poeta y ensayista catalán de finales del S XIX y principios del S XX, Joan Maragall (abuelo del político que fue hasta hace poco President de la Generalitat) dedicada al mismo tema (¿casualidad? ¿sincronicidad?): "Ama a fondo tu profesión. Esfuérzate en tu labor como si de cada palabra que digas, de cada pieza que coloques, de cada golpe de martillo que des, dependiera la salvación del mundo. Porque depende de ello... ¡Créelo!"
A mí me parecen muy hermosas estas palabras y, desde luego, intento aplicármelas. Es más, ahora que me dedico al coaching exclusivamente puedo decir que me encuentro en una fase de amor a lo que hago más profundo que en otros muchos momentos de mi trayectoria profesional.
Pero el motivo de esta entrada no es ponerle los dientes largos a aquellos que aun no han encontrado su pasión, sino reflexionar sobre los que habbiéndola encontrado acaban realmente "quemados" de hacer lo que hacen.
He descubierto en mis andaduras por la web algunos prefesionales del coaching que se dedican, entre otras actividades, a colectivos con índices de desmotivación especialmente altos. Los primeros que aparecen en las listas suelen ser los profesionales del gremio sanitario, y puedo dar fe de primera mano que el síndrome de burn out que existe en este sector es realmente elevado. También suelen venir a la cabeza colectivos de profesionales de la enseñanza, en cualquiera de sus niveles, y otros muchos entre los que yo incluiría (también por conocerlos de primera mano) a los consultores que habiendo participado en proyectos realmente estimulantes acaban convertidos en "administrativos de postín".
Es muy triste observar los síntomas de decaimiento, desgana y desinterés que muestran estas personas que en su día se incorporaron a una profesión totalmente vocacional, con el entusiasmo y la pasión que ello conlleva.
Si el coaching puede ayudar a estas personas (y yo estoy seguro de que sí puede) a recuperar la ilusión perdida, soplando las brasas que aún permanecen en su interior (hago referencia en esta frase al título del libro de Leonardo Wolk que ya cité en una entrada anterior), realmente habrá valido la pena de dedicarse a esta profesión tan vocacional en sí misma.

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