sábado, 8 de mayo de 2010

Piensa bien y acertarás

Hace unas semanas escribía acerca de un refrán castellano que para mí era altamente nocivo. Me refiero a "Más vale malo conocido que bueno por conocer". Con ese refrán en la mano, cualquiera debería refugiarse en su situación presente, por muy negativa que sea, en lugar de aventurarse a descubrir nuevas oportunidades, eso sí, desafiando el vértigo que produce salir de la "zona de confort".
Hoy quiero hacer hincapié en otra expresión nociva, esa de “piensa mal y acertarás”. Obviamente, se refiere a “piensa mal de una situación” o más aún, “piensa mal de alguien”. ¿Por qué se supone que aciertas pensando mal? ¿porque ese alguien te va a engañar o a hacer mal? Esta frase parte del supuesto de que las personas van intentando dañar a los demás y esto no siempre es cierto, ni siquiera es cierto en un caso significativo de las veces. A mi juicio, las personas que actúan conforme a esta hipótesis desconfiada (o “mal pensada”) responden a dos tipos de características: o son ellas mismas las que podrían hacer daño a los demás o, en la mayor parte de los casos, son personas absolutamente inseguras, incapaces de confiar en sus propias competencias, y piensan que cualquiera podría abusar de su falta de conocimiento o de aptitudes.
Desde el punto de vista del coaching, ¿qué opciones se abren y se cierran a estas personas con esa actitud tan defensiva? Actuando de esa manera evitarían los daños que les pudiera ocasionar algún hipotético enemigo, pero, a mi juicio, la inmensa mayoría de las personas pasan por la vida con la sana intención de conseguir su propia felicidad, sin meterse en más complicaciones. Es cierto que, a veces, los objetivos de unos entran en colisión con los de otros, como puede quedar claro para aquellos que conozcan los entornos empresariales complejos. También es cierto que la vida no es de color rosa, que surgen conflictos, roces, peleas o situaciones más serias, pero en todo caso, sigo considerando que es infinitamente mayor el número de personas que no desean el mal a nadie. Por otra parte, con la actitud defensiva ¿qué pierden estas personas? Sobre todo un elevadísimo número de experiencias, muchas positivas y algunas negativas, que al fin y al cabo, nos enriquecen como personas. Además, ¿acaso la actitud defensiva te hace más feliz? Más bien al contrario, las personas que están esperando el ataque de los demás viven en un estado que tiene más relación con la amargura que con la felicidad.
Esta actitud tiene relación con dos distinciones de coaching ontológico: mostrar la propia vulnerabilidad, tomada por muchos como debilidad en lugar de como una actitud que te permite empatizar mejor con otros seres humanos, y el error, considerado como fracaso en lugar de como aprendizaje.
Por todo ello, a mí me gustaría considerar la frase justo al contrario: “piensa bien y acertarás”

No hay comentarios:

Publicar un comentario