jueves, 18 de febrero de 2010

¿Qué es coaching? (I)

Quizás debería haber empezado mi andadura por el mundo de los blogs con esta cuestión, peliaguda por otra parte. Coaching es un término ambiguo, casi podríamos decir que manido, como lo era el concepto de “consultoría” hace no demasiado tiempo. Recuerdo hace 20 años, cuando empecé a trabajar en consultoría de tecnologías de la información, que no era fácil explicar a personas corrientes y molientes, las que no pertenecía a este mundillo, qué era consultoría. La gente pensaba en estudios normales como médico, ingeniero, abogado, etc., así que eso de ser consultor sonaba un poco extravagante. De hecho, mi madre, que lo único que sabía de mi nuevo empleo era que tenía que ir vestido con traje y corbata, me preguntó si eso de ser consultor era como los muchachos que iban vendiendo biblias por las casas. Posteriormente el nombre de "consultoría" se difundió, se generalizó y acabó aplicándose a todo hasta el punto de que un fontanero podía convertirse en "consultor de hidráulica doméstica".
Con el coaching pasa algo parecido en la actualidad. Corremos el riesgo de desnaturalizar la palabra “coaching”. Todo el mundo habla de coaching. Parece que el coaching sirve para todo y cuando una cosa sirve para todo lo más probable es que no sirva para nada. Para mí el coaching es un proceso en el que una persona, el coach, ayuda a otra persona, el coachee, a superar las barreras y creencias que limitan su crecimiento personal o profesional, utilizando una serie de instrumentos que en el caso del coaching ontológico (la escuela de coaching en la que me he certificado) se articulan en torno al lenguaje. El coaching ontológico parte de la base de que “el lenguaje genera realidades”. Cuando una persona afirma o niega algo, cuando opina, cuando declara cualquier cuestión, está abriendo (o cerrando) un universo de posibilidades que condicionarán su actuación en el futuro. Es en ese mundo de posibilidades que se cierran o abren a través del lenguaje donde actúa el coach ontológico.
La clave del coaching, y su diferencia fundamental respecto a la consultoría, estriba en el hecho de que el coach no aconseja, no dirige, no dice al coachee lo que tiene que hacer, sino que es éste mismo quién descubre las soluciones que mejor se adaptan a sus necesidades. El coach es simplemente un espejo que presenta ante el coachee lo que está viendo, expone la manera de actuar, de hablar, de comportarse (no olvidemos que la comunicación no verbal, la emocionalidad y corporalidad de las personas, transmite mucha más información que lo que dicen verbalmente) de la persona que tiene ante él y de esta manera permite reflexionar. El coach indaga, pregunta y estas preguntas las hace para que el coachee se responda a sí mismo, para que el coachee se escuche y detecte aquellas creencias que están limitando su crecimiento. Una vez detectadas las limitaciones está en la mano del coachee adoptar los pasos necesarios para cambiar. Cambiar cuesta, claro, y cuesta muchísimo, pero si la persona no cambia seguirá obteniendo los mismos resultados que ha obtenido hasta ahora. Ningún coach cuestiona si lo que ha obtenido el coachee es bueno o malo, si lo que ha conseguido es poco o mucho. Ahora bien, si el coachee quiere conseguir algo más, algo extraordinario, entonces debe cambiar. El “más de lo mismo” sólo nos lleva hasta el “más de lo mismo”. Por esto, palabras como desarrollo y transformación están tan íntimamente ligadas al coaching. El coach apuesta por la persona y se compromete con su compromiso de cambiar.
Espero que esta primera aproximación no haya sido demasiado espesa. Seguiré aportando mi visión del coaching en posteriores entradas.

2 comentarios:

  1. Excelente definición de qué es el coaching, Jesús, me la voy a anotar!!
    Miriam Ortiz de Zárate

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  2. Muchas gracias Miriam. Es para mí un orgullo que te incorpores a este blog

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