martes, 29 de junio de 2010

Si el coaching es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?

Hace años Jorge Wagensberg, director del Museo de la Ciencia de la Fundación La Caixa, escribió un delicioso librito de aforismos y pensamientos científicos titulado "Si la naturaleza es la respuesta ¿cuál era la pregunta?". El libro me encantó de principio a fin, y nunca mejor dicho lo del principio, puesto que la aparente paradoja que encierra el título ya es una insinuante llamada a su lectura. De hecho, en varias ocasiones he utilizado giros lingüísticos similares en algunas presentaciones mías, como por ejemplo, las que hice sobre innovación hace varios años en el Casino de Madrid y en la sala de exposiciones del Liceo de Barcelona.
Todo esto viene a cuento de que con el coaching puede pasar lo mismo. Cuando desarrollamos programas de formación sobre coaching los asistentes suelen hacernos preguntas que se repiten sistemáticamente. Una es, por supuesto, ¿qué es esto del coaching? La siguiente pregunta que suelen hacer, una vez aclarada la anterior (en caso de haberlo conseguido, que ya es decir), es: ¿y esto para qué sirve? Ah, caray, la respuesta no es fácil. Yo, normalmente, suelo responder a esta pregunta contando mi propio caso personal, hablando de un cambio transformacional, una nueva forma de ver la vida, algo que se ha extendido a todas las facetas de mi persona hasta el punto de que me ha sido de ayuda para incluso perder un buen montón de kilos que me sobraban. Pero claro, contando todas estas cosas con el entusiasmo dibujado en el rostro, puedo hacer que los que me escuchan piensen que esto del coaching es algo de magia, o alguna oscura escuela de pensamiento que pueda manipular a las personas como una de esas sectas que absorben a los individuos que caen en sus tentáculos.
Y la verdad es que nada más lejos de la realidad. El coaching no tiene nada de mágico ni de oscuro, y mucho menos de manipulador de cerebros. Al contrario, se trata de un conjunto de técnicas que se basan en la apertura de mente de las personas. Es decir, no se trata de pensar distinto o pensar manipulado, sino de pensar libremente, sustentando los juicios que hacemos, luchando contra los errores de pensamiento que nos condicionan. El coaching tiene mucho de racional, pero también de manejo de las emociones, todo ello encaminado a hacernos más fuertes y más libres, de manera que podamos perseguir nuestros sueños sin la cortapisa de las barreras que nos construimos artificialmente, sin dejarnos resquicio a las propias excusas que nos contamos a nosotros mismos para quedarnos en nuestra zona de confort, aunque estemos manifiestamente a disgusto, sin luchar por aquello que queremos conseguir.

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