sábado, 6 de febrero de 2010

El Maestro

Ayer conocí al maestro. Fue una experiencia singular. Había leído su libro más importante, había escuchado numerosas anécdotas, había entrado en páginas web que lo citaban y que presentaban sus escritos y, la verdad, esperaba algo muy especial. La realidad fue superior a la expectativa pero no en la forma en que yo imaginaba sino en otra dimensión distinta. Yo esperaba un gran pensador, una especie de ser superior que enunciara sus principios en una manera intelectualmente irrebatible y encontré un ser humano enormemente preocupado por ayudar a otros seres humanos a encontrar un camino en la vida que suavizara su sufrimiento y avanzara en su trascedencia. Esperaba encontrar a alguien subido a una especie de púlpito o pedestal y encontré a un hombre que al cruzarse conmigo me sonrió casi con timidez y sólo pronunció su nombre a título de saludo. "Rafael, encantado". "Jesús del Moral" atiné a decir yo, sorprendido por encontrarme ante el gran Rafael Echevarría, el creador de la Ontología del Lenguaje, inspirador del coaching ontológico, y verme, en realidad, ante una persona afable, sonriente, con su barba blanca destacando en el rostro curtido y bronceado, un rostro mucho más joven que el que anunciaba su edad, unos ojos tiernos, sinceros y cálidos que mostraban la mirada inspiradora de una persona que ha encontrado su misión en la vida. Sí, creo que eso fue lo que más me emocionó, más allá de charlas y ponencias. Lo que más me conmovió fue encontrarme con un ser humano con una clara visión de la vida, alguien que ha encontrado un sentido a todos sus actos. Creo que Echevarría no es un teórico del coaching, es alguien que ha decidido que lo más importante que puede hacer en la vida es intentar enseñar a otros seres humanos a "bien vivir". Fue una gran experiencia, que ya detallaré más en profundidad en otra entrada. Y no fue´el único gran encuentro del día para mí, pues en aquella misma jornada tuve ocasión de saludar a Juan Carlos Cubeiro, cuya trilogía de la Fluidez fue esencial para mí en un momento de gran transformación personal y profesional en mi vida. Desde ese instante, hace ahora casi siete años, siempre he guardado un gran respeto por Juan Carlos y lo tengo entre mis lecturas inspiradoras en el mundo de la empresa, toda una referencia para aquellos que pensamos que una empresa es algo más que un cuadro de mandos o un almacén de productos, para todos los que apostamos por el humanismo en la empresa.

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